domingo, 3 de julio de 2011

Gusanos del pantano

Gusanos del pantano

A Santa Fe por mostrármelo

a pesar de no ser las torres de satélite


Cuando se supo que las naves espaciales estaban llenas de invasores las armas fueron la única opción en la que se confió, el desarrollo armamentístico era tan elevado que jamás se imaginó que unas formas de vida más evolucionadas pudieran repeler de un modo tan sencillo los ataques.


La capacidad de los guerreros interestelares para controlar el estado de su materia corporal produjo un malestar generalizado, la posibilidad de esos seres de reconstruirse y viajar como partículas excitadas de un modo organizado destruía la fe de los estrategas más capacitados.

Cinco monjes que había estudiado durante toda su vida el arte de la meditación y las artes marciales a través de la energía salieron de su templo y, escalando las cadenas que lo suspendían en el abismo, emprendieron el viaje. Así, con los ojos cerrados y desnudos, llegaron al pantano.


Las naves se colgaban de los paisajes que alimentaban el recorrido de los monjes. Succionaban las aguas de los ríos, perforaban la tierra y extraían plantas y animales. Todo ser que puso resistencia a los invasores fue desintegrado desde adentro.


Al llegar los monjes el pantano respiró y les ofreció un terreno fangoso con olores putrefactos; cada uno pisó el terreno y comenzó a sumergirse.


El planeta rechazó a los invasores, en su núcleo los cinco monjes se encontraban meditando y combatiendo la perpetración de los extraterrestres.


Con movimientos que se leían como una danza lenta aglomeraban la energía necesaria para evitar el acercamiento de los otros. Las naves fueron empujadas hacia el espacio.


Los cinco monjes se fundieron en el núcleo de la tierra desde donde comenzaron a trabajar para su reconstrucción como los viejos textos lo indicaban.

Disculpas Ausentes

Revolución Fantástica

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