jueves, 10 de abril de 2014

Tropezones del pensamiento II

Tropezones del pensamiento
Justificaciones de tesis: Correr


¿Cómo iba a saber que desembocaría en este canal tan agitado? Cuando decidí entrar a correr no tenía la más mínima idea de todo lo que provocaría en mí. Después de salir de la secundaria estaba dispuesto a clavarme en un deporte, o bueno, entrenarlo. Llevaba tiempo viendo con ojos raros al Futbol, el Basket me interesaba pero en mis intentos de la secundaria vi que era imposible, el Voley pues no sé, nunca le entendí demasiado, y me metí a correr. En las primeras semanas decidí que era momento de hablar con la entrenadora y decirle que quería entrar. Así fue. Recuerdo de manera aglutinante diversos momentos en mi trayectoria de atleta, demasiados como para seguir a cada uno y describirlo; tan importantes como para dibujar la línea que me lleva a recordar tanto.

Se volvió significativo correr, sus términos, las interacciones, la organización necesaria para mantener la decisión, la crítica al Fut desde una práctica activa, la conformación que apoyaba las diferentes ideas que se estaban regando y crecían, todo eso se volvió significativo. Aprendí a combinar mi esfuerzo en la forma de correr con lo que hacía, a convencerme de que lo que estaba haciendo era lo indicado y que debía comprometerme. Al paso de los años decidí abandonar el deporte, luego de haberlo retomado en la universidad con un entrenamiento cada vez más exigente. No lo abandoné por que fuera muy pesado, sino porque mentalmente tenía tantos significados que me pesaban tanto que me sentía abrumado ante el "gran encorvamiento" de la espalda. Estaba muy triste.
Sin embargo, cuando comencé a entrenar Rugby me di cuenta que la motivación al entrenar era una red que si bien se había interrumpido no estaba del todo modificada, sino que tenía refuerzos que aún ahora, a veces, me son imperceptibles (otros aún no deben de existir). De nuevo lo abandoné por las cargas mentales. Estaba devastado.
Ahora observo cómo en sueños regreso a saludar con gusto a mi entrenadora de la prepa -por varias razones que observo y otras que no percibo-, me observo en los salones de esos edificios que representaron un calvario exagerado para mi imaginación preparatoriana, y una realidad muy ruda para mi realidad en esa época. Observo entonces cómo correr además de todas las construcciones fue también el espacio donde pude acomodarme, guarecerme ante las embestidas del enfrentamiento al que me había aventado. Años después cuando empezó la caminata de las campanas vagabundas seguía notándose cómo el "un poco más", "échale, ¡ándale, ándale!" me hacía terminar la ruta, recién ahora, en un asunto que no es de movimiento de piernas sino de danza de dedos sobre el teclado para terminar un proyecto que ya está encarrerado, arrojo analogías de cerrar en una carrera donde si empiezas rápido debes ir acelerando a modo de explotar al final. Me contemplo como un sujeto en entrenamiento constante, buscando encaminar ese entrenamiento para lograr propósitos y aguantes. Resulta que correr fue muy, muy importante. Ahora estoy aprendiendo a trabajar con mi mente.


Sociologización educativa
Revolución Fantástica

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