viernes, 17 de junio de 2011

Café

Café

a John Irving con su Garp por darme la idea de escribir

para imitar lo que leo; y el desastre que esto genera:

no se trata únicamente de complicar el ponerse los zapatos.

-Vale; gracias. Contestó desde el rincón.

Cabía perfectamente en ese pedazo, con su pie logró crear un sendero corto e imaginario para ocupar su, ahora, lugar en el piso entre otras dos masas de frases triviales; de palabras diluidas.

Nos dirigimos a reuniones envueltos en ideas, nos encaminamos al acercamiento, al gran espíritu desde un encontronazo de sonoros beats que redondean, como movimiento que erosiona las piedras de un río, nuestras reflexiones cotidianas a una rutina funcional que se soporta con cualquier ritual que inventemos para darle complejidad a lo normalizado.

En realidad no busco tener “un modo” de ganarme la vida, a ver qué pasa, mira yo busco en realidad aprender a hacer algo que funcione bien, digo, algo que no siga siendo enajenado, que busque una posibilidad real que apoye a: “La gran transformación” que quiere la izquierda, pero sabes la izquierda de verdad no esa mamada de partidos, vaya no necesariamente que la calificación de un trabajo diga que tan capaz soy para hacer las cosas, las clases suelen ser una pendejada o bueno no, pero sí sé que es algo por donde yo no quiero ir.

Dos chicas lo miraban; seguro no te saldría nada bien, tanto “tirar verbo” ya estaba rayando en una estupidez que demostraría tus únicos tres sentidos que funcionaban, esa remolacha de conocimiento que rallaba en la ensalada una pizca de sabor distinto dentro de las pláticas “populares”, y la situación caería por su propio peso, ultimamente no te ha ido tan bien con las mujeres.

Y nos reunimos buscando un momento de dispersión: de posibilidades ya no diferentes. De ir a una reunión, sin esperar nada, sin buscarlo, simplemente yendo, en una continuidad de lo que de hecho sucede. Simplemente yendo.

Tomó la taza desde la izquierda, le dio un sorbo al café, escupió dentro de la taza y lo pasó a quienquiera que se encontrara en la derecha.

Jajajaja, pero sólo lo dije por decirlo, le neta ya quiero terminar, al fin y al cabo ya es hora de crecer, y bueno, ya me debo de dejar de pendejadas porque tienes que enfrentarte a ese crecimiento que evitas, pero tratas de hacerlo bien, suelo creerme ese rollo de que después se viene un golpe pesado que te re-modifica, una crisis que carga la edad y las responsabilidades, de esas que te esconden en su refrigerador por un rato, jajaja donde aparecen los primeros síntomas de la frigidez o de esos que te dicen que ya no te puedes meter con una morra, sabes. De las feas pues. Y uff tengo que hacer las cosas me gusten o no, pero trato de irme resistiendo para que en ese vaivén no me agarren sonso; al final importa mucho la resistencia.- le susurró.

Sonaba y no estaba enterado, la reunión tenía una patética ópera de Verdi. Una voz del fondo mencionó algo coherente con la supuesta reunión que no debía ser ñoña, y el clásico huapachoso que desea “una salsa pa'bailar”- nos reunimos entonces para conseguir algo más, algo más...
Me sentía a gusto con estos carnales.

Vaya la respuesta a lo último está resuelto, es evidente en el propio relato.

Tomó la taza desde la izquierda, le dió un sorbo al café, escupió dentro de la taza y lo pasó a quienquiera que se encontrara en la derecha.

Bueno resuelto, lo interesante ahora eran los rituales, si de todos modos nos movemos así y también de otros modos, entonces ¿qué pedo con esa invención de los rituales?

Platicas, resurrecciones de sentidos, recuerdos de momentos, silencios, divagues, reconstrucción y recuerdo, líneas que se unen con las nuestras, confianza pura. Vamos a reunirnos porque incluso dentro de una negación termina siendo reunión y nada más tan simple y llano, aunque no queramos, queremos. Y decidimos... aunque no necesariamente, no sólo así.

Estúpidos tres sentidos funcionales, preferiría perder el gusto antes que la capacidad para mantener una plática coherente. Pensar en voz alta mientras orinaba solía localizarlo en la imagen que a continuación vería en el espejo. En el lavabo, sin agua en el grifo, y con dos gotas de orina que secas olerían si acercaba la mano a su boca (finalmente embarradas en el pantalón de dos días) miraría su imagen reflejada y se daría ánimos para que “ojalá pase algo” y saldría a encontrarse con su recién posible conquista.

Disculpa tenía que saludar a esos cuates y me invitaron un sorbo, así que ya sabes me esperé a que diera la vuelta y les conté como iba en la escuela, son cuates chidos de la uni.

Ahhhhhhh, sólo poder gritar, somos una diminuta temporalidad de nosotros mismos que se redirigé constantemente a nuestra determinación por cosas que nos han ido creando. Realmente está muy intenso, somos como un filete de lo que sucede y no sabemos más que eso, no sé aún lo que es salir de la universidad y hablo desde donde estoy, da miedo crecer, pero al final habrá que hacerlo y me parece chido saber que ahí voy y está agradable, seimpre en construcción.

Amanecer en casa de alguien, viajes largos por la noche, reuniones que se convierten en enormes francachelas, (siempre una historia diferente, siempre la misma historia, ir y volver a casa lo más coherentemente posible, aún no vives solo), llegar y encontrar gente en la casa, te ofrecen café, se te antoja un sorbo.

Tomó la taza desde la izquierda, le dio un sorbo al café, escupió dentro de la taza y lo regresó a ese despierto en casa.

Disculpas Ausentes

Anormalidad Incómoda

Revolución Fantástica

No hay comentarios: