martes, 29 de julio de 2014

Del comienzo al no me acuerdo II

Del comienzo al no me acuerdo
Enojo

Disculpa, disculpa; no me gusta cuando me enojo. Pero he aprendido a disfrutarlo tanto que desaparecen las fronteras entre lo que sucede y lo que creo que está ocurriendo. Me convierto en una hiena peleando contra leones por un gamo destripado. Soy el ave celosa de sus crías, que sacando el pecho picotea a quien se acerca al nido.
Disculpa, por favor disculpa. No me controlo al enojarme, estoy inmerso en el sentimiento como icebergs en el gran océano, como troncos cayendo por cataratas, como nutrías o focas.
Disculpa, de verdad disculpa; ¿acaso la dinamita no estalla cuando la chispa llega hasta su profundidad explosiva?, ¿acaso el volcán elige la cantidad de cenizas lanzada?, ¿acaso el relámpago se frena antes de calcinar al ancestral abeto?
Disculpa, corazón disculpa. A veces me molesto y reviento, pero a veces, no te digo que todo el tiempo, sólo a veces, algunas veces, antes de convertirme en torito de feria de pueblo, antes de incendiar casas y conventos, me doy cuenta, respiro y observo.

Caparazones juglares

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