jueves, 29 de enero de 2015

Del comienzo al no me acuerdo III

Del comienzo al no me acuerdo
Caparazones de juglares

–Cuento cosas; venid pequeños y grandes, cuento cosas desde lo más profundo del pensamiento. ¡venid venid, y dejadse ser cuenteados!– a gritos se anuncian los caparazones juglares
–Cuéntame–. Pidió la saltarina danzante de ojos verdes.
–Existe un mundo escondido a nuestros ojos: mientras divisamos formas y colores extendidos por todas partes nos quedamos en la imagen de lo que hemos observado narrándonoslo de múltiples maneras, y al hacerlo se nos escapa detenernos a descansar en lo que está sucediendo. Mientras me la cuenteo notará que su mirar se irá perdiendo en la mirada atenta de lo que la rodea, podrá mirar, por ejemplo, que ciertos mosquitos no vuelan directamente hacia su oreja, esa era una percepción auditiva; esos ciertos mosquitos están volando como si usted caminara, su plano de dirección es un constante espacio de tres dimensiones y no dos como la nuestra, estos mosquitos se suelen dejar caer en las paredes, en la mesa, en nuestras caras y cabellos, en la mochila, pareciera que su vuelo es sólo un desliz de su aterrizaje, pero no, esa es la percepción del tacto. Cuando los vemos, estos ciertos, vuelan como pelusas flotantes en el aire líquido, como semillitas súper peludas que disfrutan jugando con la gravedad y los tantos elementos que producen un vuelo que nos permite contemplar esa maravilla de la vista. Cuando vea volar así al mosquito verá que se puede jugar con él, tener su mano cerca de su vuelo, atraparlo y soltarlo, ver su destreza siguiendo su movimiento. A veces pasa que cuando anda correteándolo en su vuelo su mente está concentrada en el mosquito y no lo juzga, no lo ataca, sólo juega. Hay que decirlo, sus patas largas que pueden caminar sobre el agua sólida son igualitas a las suyas, pequeña chicuela pecosa.– soltó entre gestos y cantos el juglar.
–¡Otro!, ¡otro! –se oyó decir al abogado corpulento. Hacía tanto sin verlo.
–Basta con imaginar –comenzó este caparazón cantante– el ambiente que relato desde los recursos que tengan a la mano, pues dicen que de noche salen de los caños y huecos del baño unos escarabajos cafés, cucarachas aladas, con antenas y patas pares. Mientras tropezamos entre la oscuridad de las tinieblas, ellas pasean por los techos y paredes como si fuera un día soleado, avanzan agitando sus largas antenas para orientarse de un modo adecuado. Sin embargo cuando son sorprendidas por un súbito rayo de luz que permanece encendido su concentración está dirigida a la percepción que se ha desatado: gritos y chillidos (vibraciones) de meadores nocturnos que desesperados por quién sabe qué razones sienten una necesidad de aplastar a estos bichos cotidianos. 
Pero atención, es necesario ponerse en el lugar del cuarto de baño para comprender que constantemente hay múltiples bichos caminando, o arrastrándose por todos lados, que esos olores y desechos en descomposición representan un llamativo festín rico en nutrientes para una multitud de animales y bacterias que acuden gustosos a merendar lo que les otorgamos. Basta tener la paciencia de los excusados para contemplar que lo oculto a nuestros ojos es en realidad el flujo eterno que nos mantiene conectados al mundo. El que no caga está muerto. Así, estos bichos –que no sólo se alimentan de nuestras heces– recorren sin prisa toda la casa, se instalan en la cocina y devoran lo que, en nuestra parca habilidad para la limpieza, dejamos desperdigado.– Con cara de importante seriedad, continuó cantando. –Aquí se presenta, mis estimados cuenteados, el quid del asunto: resulta inverosímil observar las reacciones de miedo y asco que estos bellos artrópodos provocan en las gargantas y cerebros de tantas personas, esta absurda necesidad inmediata de asesinarlos a zapatazos y cerrar los ojos al depositar el cadáver en la basura (como si eso no atrajera más bichos); y entonces surgen las preguntas, oh pequeños amiguitos: ¿qué es lo que hace asqueroso o temible al escarabajo?, ¿será acaso que sus colores no son verdes relucientes como si de colibríes habláramos?, ¿es acaso que no tiene un cuerpo lanudo como tantos mamíferos?, ¿o será que sus patas se hunden (gran mentira) en los desechos? 
Alto, alto mis imaginativos compañeros y compañeras, deteneos un momento y observad que en la urbe que habitamos hay una fauna constituida por palomas, cucarachas y ratones, además de perros, lombrices, hormigas, gatos, gorriones, pulgones y un largo etcétera, ¿o es que acaso pensamos que nuestra fauna también debería estar hecha de concreto, chips o metal perfectamente esterilizado?, voltead pequeños compañeros y ved que el color café de esos veloces compañeros nocturnos es un espacio perfecto para descansar su atención, que su habilidad supera nuestra carrera cotidiana, que al encender las luces la tensión se vuelve algo insostenible para nuestra continua vida estresada, que para los escarabajos un tropezón sería terrible (eso nunca les pasa), así como un mal cálculo (correr más o mantenerse quietos) ya que tienen un depredador voraz que se arroja a ellas como si su vida pendiera del asesinato– continuó su reflexión. –Si os detenéis un momento y observáis este pequeño bicho sin caer en los engaños frenéticos de vuestra mente notaréis que esa tensión desaparece, que ninguno escapa del otro y que ambos podéis seguir su camino sin que nadie ataque a nadie, vislumbraréis todos, quizás por vez primera, que en ese andar nocturno cada quien habrá estado caminando un recorrido cotidiano y que en el sendero, como lo hacen los montañistas, se encuentran más caminantes, os podréis saludar cortésmente permitiendo que ambos hagáis lo que se hace todas las noches: unos dormir, otros deambular por la casa, caños, rincones, calles y jardines. 
Por las inmensas nubes, es seguro que esta sonrisa de satisfacción que vosotros tenéis se parece a la satisfacción que tienen las cucarachas al llenar su panza y mantenerse tranquilas en las paredes de vuestras casas.– Concluyó con una gran sonrisa. 

Caparazones juglares
3 julio 2014



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