jueves, 29 de enero de 2015

Senderos de Paraponeras VI

Senderos de Paraponeras
Abejas y avispas

Durante varios días la situación del país que se manifiesta en las noticias parece ser como un gran enjambre de abejas que zumba y rezumaba en el perímetro de su colmena, colmena desorientada y molesta. Pareciera existir un ambiente de caos, con información cruzada, con enfrentamientos de partidos, con alianzas de maestros y más maestros (herederos de un sindicato vacío) con inestabilidad en la universidad, con bodas controversiales; es un gran escándalo que irrita y que confunde, que se alimenta con atentados, con enfrentamientos franceses liberales, con elecciones fraudulentas venezolanas… y el ruido aumenta, se confunden los sonidos, se levanta un panorama de caos sin fronteras. Y con eso la imagen construida como respuesta pretende clarificar todo este lío, los músculos del poder se presentan como los guardianes de la colmena, los generadores de espacios que permitan que todos se acomoden de acuerdo a los designios establecidos del desorden aparente, orden tirano que se resguarda tras rifles y carros antimotines, cárceles que se mueven sobre ruedas que salpican sangre y criminalidad profesional; el poder de los que nos explotan saca sus músculos, operativos que sitian por igual manifestantes y terroristas, como si ellos fueran los escandalosos, como si siempre el escándalo viniera de los silenciados, como si sus bodas que toman pueblos no fuera violentar la autonomía; muestran músculos que golpean a esas abejas dispersas pero que dejan abierto el ataque de las avispas, avispas gobernantes, avispas empresarios, porque al final son músculos mercenarios, porque las avispas le temen a los músculos de los de abajo, de las abejas: les hace ruido, tanto que necesitan a sus mercenarios. Pretenden que el ruido que ellos –los que se han robado el poder que nos pertenece, los hediondos poderosos–, generan pase desapercibido y se confunda con las injusticias que ellos han orquestado, con las reacciones que deben de golpear porque si no serán derribados. Ellos: los asesinos, pretenden que su silenciamiento sea el legítimo para que puedan seguir con su escándalo abrasivo. Ellos: los ruidosos, quieren nuestro silencio y mandan músculos para callarnos. Ellos los matabosques, los ponzoñosos, los explotadores, los de la lógica absurda empresarial, muestran constantemente sus músculos para intimidarnos, ellos son los que buscan la guerra.
Las avispas nos mandan avispas para controlar la colmena, colmena de abejas, las mandan para enajenarnos de nuestro ruido y robarse nuestro trabajo, el de toda la colmena. Las avispas: insectos individuales que niegan su proceso evolutivo que las haría hormigas sociales, que atacan a las comunidades abejas, avispas que matan, y matan, y matan… y siguen matando.
Y ante este escándalo nuestro, propio del que nos quieren enemistar, sólo existe un medio para la colmena, el medio de las abejas contra las avispas, ese caos nuestro, esos músculos caóticos, ese caos que asfixia.

24 abril 2013



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