viernes, 6 de febrero de 2015

Del comienzo al no me acuerdo IV


Del comienzo al no me acuerdo
Miedo

Hoy sentí miedo. No el miedo aletargado de quien no sabe que hará con su vida, ni el miedo del que tiembla al no saberse en la vida de otra persona. No un miedo insano y permanente de la incertidumbre de la vida ajena; ni el de la petrificación que implota en pánico.

Hoy sentí miedo y fue profundo, se mostró directo, funcionando en reacciones corporales y procesos mentales, en angustias y respuestas, en la necesidad de actuar correctamente de acuerdo a lo que sucedía en ese momento exacto.
No fue un miedo mortal, ni un miedo racional, no fue un temor acechante, ni duradero. Fue un sentimiento abarcador, totalizante, inmediato. Profundo.
Hoy mientras buscaba pulque cerca de Cacaxtla, al entrar a una casa que anunciaba su venta, me salieron cuatro perros amenazantes mientras que un quinto se me cercaba por la espalda. Así acorralado por sus ladridos y dientes, por su decisión agresiva, me hicieron retroceder mientras buscaba cómo responder, sabía cosas e ignoraba otras, las conexiones neuronales trabajaron apresuradas. Cedí el terreno retrocediendo del grupo atacante sin darles la espalda (a pesar de hacerlo breves segundos y comprobar que no era buena idea).
Cuando un señor se asomó y pregunté por los pulques los perros se calmaron; me incitó a acercarme a la otra casa (era un patio-estacionamiento con varias casas, la del pulque al fondo) a la que me acerqué más envalentonado, el señor, todavía lejos de su entrada, me dijo que ya no había y partí agradeciendo su atención.
Después, el sentimiento de miedo pasó, y se quedó el pensamiento.


Caparazones juglares
31 julio 14

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