jueves, 5 de marzo de 2015

Unas joyas hermosas

Unas joyas hermosas


El trabajo se trataba de algo que requería bastante tiempo, décadas enteras. Pero representaba una muestra ejemplar de sublime belleza. La percepción que la gente tenía ahora gracias a la publicidad, permitía contemplar nuevas fuentes de deseo que al mismo tiempo contribuyeran a preservar un ecosistema bastante maltrecho. Era una publicidad inteligente, contrastaba imágenes de destrucción con diamantes y oro, cambiando la imagen a una selva esplendorosa con aves volando y silbando al compás del aullido de monos y ramas bañadas por el sol. Con una leyenda que decía, ¿a qué le llamamos belleza?, para terminar con la imagen de los distintos productos que se ofrecía y una leyenda de invitación a consultar los demás materiales informativos sobre la producción y su manejo (materiales que contenían una amplia producción audiovisual explicando el proyecto que también salía en diferentes comerciales. Así, al contrastar la sensación de lo hermoso con el resultado insano de una codicia alimentada de manera insostenible por objetos altamente contaminantes y destructores del entorno natural, se giró la visión a una belleza descubierta años atrás: Las plumas de las aves.


En sus actividades laborales necesitaba hacer uso de un bagaje conceptual y experiencial de posibles elementos integradores que podrían ayudar a trabajar en equipo para resolver los asuntos de la empresa: El laboratorio ecológico que investigaba las mejores condiciones del ecosistema para que las distintas especies de aves pudieran vivir en abundancia y en grandes cantidades; los biólogos y químicos contra-restando con reacciones situaciones bio-químicas desfavorables para el cuidado de las diversas especies de plantas y animales necesarios para una biodiversidad adecuada y un suelo con las propiedades requeridas, tratamientos de aguas y cosas por el estilo; el área de recursos humanos, responsable de capacitaciones y reparto equitativo de la riqueza, consultora de transacciones para la sobrevivencia plena de su personal, los requerimientos para un soporte en cuestión de salud, tanto humana como veterinaria; el centro de enseñanza, para todos los integrantes de la comunidad empresarial (dirigida hacia la extensión familiar de los trabajadores); los artesanos y joyeros, responsables de los tejidos y diseños, de la conservación de las artes nacientes, antropólogos, historiadores, arqueólogos, etc.; los recolectores de plumas, expertos escaladores de árboles, valientes exploradores de campos selváticos, de páramos amplios, de zonas áridas o congeladas y demás terrenos propios para el nacimiento de las plumas de las aves utilizadas en el proceso; los labradores y sembradores de árboles, arbustos y hierbas necesarias para el alimento de las especies que convivían en el ecosistema, aprovechando los recursos para alimentarse y extender la empresa. Además de las relaciones con las distintas empresas que trabajaban también en otras formas de sacar provecho del ecosistema de un modo más sabio, de modo verdaderamente inteligente y con responsabilidad ética.

Era un trabajo complicado que implicaba mucho esfuerzo, por lo que agradecía el buen alimento que se cocinaba en la comunidad que le dotaba de fuerzas y energía para cumplir con un labor de tal envergadura. Los resultados, sin embargo, eran sumamente provechosos, las plumas preciosas valían ahora más que el oro asesino, con la ventaja de poder prescindir de éste para llenar un amplio mercado.

Cuando se cumpliera el proyecto en su totalidad, podrían existir pueblos integrados activamente a esta naturaleza extensa donde la comprensión del orden social saltará a la vista de cualquiera que habitase el nuevo paraíso.

Caparazones juglares
13 febrero 15

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