jueves, 5 de marzo de 2015

Tropezones del pensamiento V

Tropezones del pensamiento
Justificaciones de tesis: Huecos académicos

Mientras espero la opinión de los sinodales observo los espacios de pausa, de calma, de no tesis.
Hace algún tiempo leía en uno de esos primeros textos de la carrera, que cuando observamos un árbol contemplamos las hojas, el tronco, ramas, flores e incluso algún nido; sin embargo no prestamos atención a los espacios entre las hojas (o algo así recuerdo, aunque seguro no lo fue del todo).
Lo leí en una clase de un profesor con una didáctica muy interesante, con unas cualidades que permitían acercar la información para que el estudiante la observara desde la perspectiva sociológica con una habilidad, una competencia, sumamente admirable. La tenía muy claro; pero contaba con una personalidad autocreída -y creada- algo espeluznante. A él le pedí que fuera mi asesor de tesis, pero sus distintas ocupaciones y movimientos en su vida no lo permitieron.
La vez que revisé el texto me tocaba exponerlo, recuerdo la sensación de la exposición, pues estaba eufórico por lo que leía, me iba haciendo sentido, como cualquier cosa con la que te vas familiarizando. Veía cosas que se acercaban a lo que a mi parecer estaba buscando. Cuando mencioné ese detalle de los huecos entre las hojas, y comencé a distraerme en mis propias ideas, me cortó y regresó al punto de la lectura que se supone debía exponer (aunque yo no sabía bien a bien qué cosa era la que tenía que exponer); era una práctica inteligente, pues si no los demás nos quedábamos con debralles que no iban al cuento con la lectura. Sin embargo eso se quedó en la memoria. Impulsando una cierta forma de observación que me gusta ejercitar, con lo que el gustar implica. Entrar en las grietas para adornar el escrito. La narración con la que se llena el discurso.
Imaginemos la tesis como un árbol, un árbol que he estado observado más de dos años: tiene sus raíces que llegan hasta mis intenciones subjetivísimas que caen en lo absurdo, pasando por intereses colectivos y aprendizajes entre todos. Te puedes pasear por su tronco: Poder y socialización, con nudos organizativos y huecos tipológicos. O pasear por las ramas para encontrar historias escolares, disertaciones políticas y de poder, interacciones sociales e implicaciones éticas. Fijarse en las flores que lanzan una propuesta para que ser polinizadas, para compartir sus néctares a cualquier ave o insecto que la pida a cambio de poder crear el hermoso proceso de la vida en la reproducción por semillas, la belleza de los pistilos y estambres madurando en la corola y fecundando inhalaciones y exhalaciones de la tierra en la que vivimos. La tierra respira. En ellos se encuentran hormigas y piratas, tazas de café y pequeños detalles ilustrativos que son el sustrato que alimenta las propias raíces, pues todos los muertos alimentan a los vivos. Por eso hay que morir, para alimentarnos. Son pequeñas notas en los pies de página que de manera subrepticia se colaron como los dragones que habitan las distintas islas de mi archipiélago poético. Aparecen de momento, se cuelan entre los espacios vacíos, es la cualidad del vacío, permite que sucedan cosas. Que se pueda rellenar. Veamos las hojas, receptoras de luz para autoalimentarse: tantas referencias experienciales y bibliográficas, de experimentos de redacción y juegos de palabras para que se alimente por sí misma, para que la tesis solita pueda funcionar con sus nutrientes, para que sirva a cualquiera que se acerque, para que vaya conforme a lo que necesita para alimentarse.
Y están los huecos, en esos huecos sucedieron muchas cosas en el proceso de observación. Hubo llantos, también fiestas. Idas y venidas de mis gustos por gente, hubo una nebulosa que le tocó experimentar estos huecos rellenados por piratas que abordando una carta decidieron mejor narrar la manera en que las uñas se cortan; hubo algunos chilitos y epazotes. Recetas nuevas e inventadas, discusiones entre carpinteros. Pedaleadas de bicicleta, viajes, miedos. Hubo mucha música, algunas películas. Ejercicios de memoria. Entre las hojas se dibujaron posibles didácticas, bibliotecas con libreros y palabras.
Yo no sé si tenía mucho sentido hablar de eso en mi exposición, pero aún así lo hice. ¿Qué pasa cuando te das cuenta de todo?, ¿cuando te das cuenta de completamente todo?, ¿hasta qué punto podemos darnos cuenta de qué? Al final, independientemente de lo que me dicen de cómo hay que observar, la experiencia de observar es ésta que me ocurre.
Ya narrar es otro punto, ese tiene que ver con las ansiedades de querer compartir todo, y buscar estrategias para que te lean, así son las flores, se pintan de colores para llamar la atención de los animales.


Sociologización educativa
Revolución Fantástica

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