viernes, 25 de diciembre de 2015

Diálogos entrecortados


Diálogos entrecortados

Lo creo cierto: entre más nos autocentramos en nosotrxs mismxs hay mayor insatisfacción. Dañamos a lxs demás y nos dañamos a nosotrxs mismxs.
Cultivar esa apertura es importante. Comparto la idea de que al notar el daño que estamos generando, a lxs demás y a nosotrxs, buscaríamos remediarlo y desearíamos dejar de causar ese daño.
Estoy seguro: sólo se trata de reconocer ese vínculo que siempre está ahí y permitirnos actuar desde ese reconocimiento.

---Debemos tener en cuenta que los vínculos más fuertes que puedes crear con cualquier persona es a partir de las experiencias, sean buenas, malas, creativas, indeseables o invaluables. Eso modifica la estructura de cualquier relación. Lo que sí es que siempre hay un dilema de ¿hasta dónde se tiene que dar a los que te rodean? ¿Hasta que duela? ¿Hasta donde se tenga?; ¿o ser tan humanamente rico como para dar aunque no se tenga?

--- No lo sé de cierto, decía Sabines, pero lo supongo...
En mi caso, en el que aún soy autocentrado, noto que esa selección de vínculos se da, como dices, por esa experiencia. Pero esto sigue siendo autocentrado, dependiente de mi interpretación. Y me he dado cuenta que mi interpretación hecha así no tiene mayor benficio, porque al empezar con algunos empiezo a generalizarlo. Como si de la nada gente que no conozco, y que entra en esas categorías experiencales anteriores, se transformaran en una actitud que tomo frente al otro. Totalmente autocentrado.
Cuando se lanza la idea de amarás a tu prójimo como yo te he amado, no hay diferencia experiencial, no hay selección dependiente de nuestros vínculos. Esa es nuestra trampa autocentrada. Y repito yo mismo caigo en la trampa y por lo tanto mi capacidad de dañar y dañarme es alta.
Por otro lado el tema de dar es algo que, debido a ese autocentrismo, no tenemos muy desarrollado, y por lo tanto no es sobre lo que tenemos que hacer sino hasta donde podemos conectar. Una vez que se empieza a entrenar este dar, podemos hacerlo un hábito mental, que se muestra tan extenso como el espacio. Sin límites autocreados. Y si al mismo tiempo cultivamos una mente que va comprendiendo lo que existe, ese dar se vuelve preciso para el momento en el que se tiene que dar. Se puede distinguir las posibilidades del dar, se puede observar qué cosas se pueden dar y cuales no. Y creo que al final se puede estar dando sin que duela, infinitamente. Absolutamente.
El dar se convierte en una condición de vida. Al estilo de los ejemplos de personas que dan "aunque duela". Me pregunto si realmente fue un hasta que duela para ellos, o qué tanto lo fue.
Pero de nuevo, no lo sé de cierto, sólo lo supongo.

7 julio 15

No hay comentarios: