viernes, 25 de diciembre de 2015

Sólo es una idea

Sólo es una idea

A pesar de poder diferenciar los distintos tipos de violencia que existen -repletos de contexto y contenido-, es posible seguir reconociendo que la violencia genera violencia.
Definitivamente no se trata de decir, simplemente, no violencia. Poder cortar de tajo un hábito es realmente difícil (de eso se trata un hábito), y la espada no corta lo que no puede cortarse.
Pero se puede actuar desde esa intención, así, cuando la violencia aparece puede ser ni alabada ni satanizada, y más bien reconocer de dónde se genera y a qué causas obedece. Se puede empezar a diferenciar un poco más, se puede reconocer de un modo más vasto lo que la violencia implica y alentizar nuestra reactividad.
Últimamente han circulado muchos contenidos de violencia en nuestra vida cotidiana, y por eso mismo existen reacciones de muchos tipos. Algunas personas la condenan y sienten que debe parar, pero responden con la misma lógica. Están envueltos en violencia, por lo que la violencia sigue generando violencia. Otros pretenden detener todo tipo de violencia inmediatamente discutiendo con los otros sus puntos de vista, manteniendo reacciones de agresividad. A veces hay algunos que les responden diciendo que frente a la violencia que se ejerce es necesario poner un hasta aquí, como sí sólo la violencia pudiera hacerle frente a la violencia. Sigue existiendo esa sensación violenta.
A veces este contenido lo aprendimos al vivir los castigos, pensando que éstos nos ayudan a moldear nuestra conducta, diferenciándonos unos a los otros a un grado en que habría de comportarse a la defensiva o a la ofensiva según sea el caso frente al deseo del otro. Sintiéndonos esencialmente diferentes.
Podemos hablar de la violencia de estado o del maltrato a los animales. Podemos hablar del enriquecimiento ilícito y de la explotación, o del maltrato cotidiano en diferentes expresiones, podemos observar la fijación de tanta gente al entrar en el mundo violento, la saña y crueldad, o la desesperación del desahogo. Reaccionamos, queremos detenerlo, queremos que se detenga, nos sentimos profundamente amenazados, o tristes, o molestos; ¡no sabemos cómo responder!... y entonces, al parecernos tan vital la respuesta, respondemos desde donde nos encontramos, con las herramientas que tenemos. Nos defendemos instintivamente como si en eso se nos fuera todo, y generalmente esa reacción es violenta.
Y aunque sea cierto que hay diferentes personalidades que están reaccionando, es un hecho que frente a tanta violencia que existe tengamos ese tipo de reacción. Es algo a lo que nos podemos anclar, agarrar, fijar para responder. Al grado que nos confunde y nos va haciendo perder la dirección frente a lo que ocurre. Llevándonos a actuar, poco a poco, desde la perfección de la agresividad.
Se sigue reproduciendo la violencia.
Y entonces ¿cómo salir de esa curva continua que, en más o menos trecho, nos sigue volviendo al mismo sitio del que partimos pero más encarrerados?, ¿cómo dejar de seguir caminando en ese círculo violento?
Con la idea de no ser violentos, con esa intención, con tenerlo en el horizonte, como punto de llegada. Sólo eso nos puede ayudar a mantener el camino y compartir la idea de que ese es el camino, eso es lo que se tiene que caminar. Ese debe ser el paso constante. El cada paso. Lo que está presente en cada momento, lo que de hecho está ocurriendo. Es tener esa idea, esa intención.
El otro camino puede ser abrumador y las consecuencias de los actos llegar a niveles muy altos de sufrimiento físico y mental.
Es una verdad innegable.
Es importante, sí, considerar las condiciones y entender entonces el por qué actuamos así. Nos permite ver qué es lo que se está haciendo. Tanto en quien violenta como en quien es violentado. Nos permite observar las partes que lo constituyen y vislumbrar la respuesta, vincularnos con la intención para actuar comprendiendo y ayudar a disolver la violencia. La comprensión se va haciendo hábito.
Yo no creo que salir de un sistema represor sin eliminar del todo la violencia sea realmente salir de un sistema represor. La violencia es resultado de un sistema represor, pero también un sistema represor es resultado de la violencia.
Es la consecuencia de no ir por un camino no violento. De nuevo la importancia de tener la intención de no serlo.
Quizás no es una idea tan importante. Sólo es una idea.

26 junio 15

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