Los
cables de la ciudad son los barrotes de nuestra jaula
Hoy
no puedo volar arriba de esta estúpida ciudad.
Traté
de imaginar como podría ser pero me fue inevitable encontrarme en
una jaula. Jaula creada por nosotros mismos: cables.
Cables evitando que nuestros pies se levanten del piso, sofocándonos
en el mismo aire de la ciudad, cuidad que creamos sólo nosotros. La
inseguridad de levantar el vuelo por temor a estrellarnos con las
antenas telefónicas, edificios, postes de luz, tendederos.
Tenemos
que volar dentro de una caja, una caja que nos cuide de los daños
que podría sufrir nuestro cuerpo por estar a una altura que no es la
del piso, con ambiente artificial para engañar a nuestros sentidos.
Que nos hagan volar y no que volemos con nuestros propios métodos.
Estamos seriados y controlados por lo que otros quieren, por sus
propias limitaciones que generalizan a todos los demás dejándolos
fuera de lugar.
No
tenemos la capacidad de respirar otro tipo de aire, seguimos
enfrascados en nuestros malditos sentidos, con los cuales creemos
poder llegar a la realidad.
Se
nos hace inconcebible pensar en que hay cosas más allá de nuestros
sentidos y les dejamos de dar importancia.
Hoy
me sentí encerrado, sin poder levantar los pies para llegar a ese
cielo tan hermoso; un cielo que tiene una vida propia, que también
tiene habitantes que circulan por su propio espacio, con un
movimiento diferente al de nosotros y con una concepción distinta a
la que tengo al caminar por las calles de esta pérfida, hedionda y
putrefacta ciudad. Conjunto de palabras.
Quiero
dejar de sentirme así: con
ganas de vomitar, con la puta sensación de que nadie me entiende, de
que soy un pendejo caminando por un asfalto que absorbe el calor del
sol, que es atropellado por los coches, pisado por los humanos y
cagado por las mascotas que abundan en el pedazo de tierra que nos
apropiamos.
Ando
muy confundido.
No
quiero volver a llorar. No lo haré.
¿Quién
podrá creer que este Dragón no levantará el vuelo mañana?
Hoy,
simplemente, la humanidad y toda la mierda que arrastra me atrapó en
una jaula culera.
Pero
no en todos lados hay cables.
Ya
veré como agitaré mis alas para elevarme en ese cielo que me gusta
tanto.
Me
siento feliz y triste, (cambiante sensación), bipolar,
multifacético, al fin y al cabo "todo Camaleón es según el
color del cristal con que se mira." (Augusto Monterroso, "El
Camaleón que finalmente no sabía de que color ponerse").
Quiero
que me quieran ver de la manera más pura con la que me puedo
expresar, que lean entre líneas cada palabra que digo. Todas
las frases, acciones que realizo están pensadas y tienen una razón
de ser.
Me
gusta la gente observadora.
Revolución
Fantástica
23
de
enero
de
2007
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